domingo, 15 de abril de 2012

“Presentarse en defensa de los derechos en las Américas”


Thomas F. McLarty, III y Nelson W. Cunningham

En momentos en que el presidente Obama se prepara para viajar a Cartagena (Colombia) para asistir a la Sexta Cumbre de las Américas, no podemos dejar de reflexionar sobre lo que ha cambiado desde que el presidente Clinton auspiciara la primera Cumbre en Miami, hace 18 años.


En aquel momento, estábamos celebrando la ola de democracia que había barrido en el hemisferio. Los 34 líderes elegidos abiertamente que se reunieron en Miami entendieron la oportunidad histórica del momento para crear, en palabras del presidente Clinton: “una comunidad de naciones comprometidas con los valores de la libertad y la promesa de la prosperidad”. Una nueva generación de líderes estaba lista para actuar en asuntos que abarcaban desde la reforma económica hasta el desarrollo sostenible y la justicia social. De manera acertada, la Cumbre concluyó el mismo día del aniversario de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Hoy en día, el panorama político y económico de las Américas se ha transformado. Muchos de los cambios son positivos. Desde el año 2000, unos 70 millones de personas se han sumado a las filas de la clase media. En general, las economías de la región han crecido en un promedio de 3,5 por ciento durante la última década, el doble de la tasa de Estados Unidos y superando ampliamente a tradicionales potencias como Alemania y Japón. En México, Brasil, Colombia, Chile y Perú las reformas de la década de 1990 se han consolidado con presidentes de diferentes partidos y tendencias políticas. La cooperación entre Estados Unidos y México es más profunda y más amplia que nunca, como lo son nuestros lazos con Colombia, que se ha convertido en un actor cada vez más dinámico en favor de la paz y la seguridad internacionales. Los acuerdos de libre comercio nos unen a muchos de nuestros vecinos; y Brasil se ha transformado en una potencia mundial cada vez mayor, tanto en el plano político como económico.

Sin embargo, en contraste con estas tendencias favorables existe la erosión de las instituciones democráticas en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Los líderes de estos países tienen a la democracia en posición defensiva. Vulneran la libertad de expresión y de prensa, hostigan a la oposición política, acogen con agrado visitas del déspota iraní Mahmoud Ahmadinejad, y al mismo tiempo amenazan con boicotear la Cumbre de Cartagena a menos que se invite también a Cuba, el peor represor de todos. ¿Qué ha pasado con los ideales de República en los que se fundaron nuestros países?

El presidente Obama ha participado en una serie de importantes reuniones con líderes de nuestro hemisferio: fue anfitrión de una Cumbre de América del Norte con el primer ministro canadiense Stephen Harper y el presidente mexicano Felipe Calderón el 2 de abril; recibió a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en su primera visita oficial a Washington el lunes de Pascua, y ahora viaja a la Cumbre de Cartagena.

El presidente Obama y la secretaria Clinton han estado dedicados a las Américas desde los primeros meses de esta administración. Gran parte de su compromiso regional hasta la fecha se ha centrado en el crecimiento económico, lo que refleja las relaciones hemisféricas prácticas y la necesidad de crear empleos en Estados Unidos. Pero este también es un momento adecuado para insistir en el fortalecimiento de las instituciones democráticas y el estado de derecho, los pilares fundamentales en los que se apoyan la inversión, la prosperidad y el progreso.

La libertad de expresión, la autodeterminación y las libertades civiles no deben considerarse aspectos en los que los países están “del lado de” Estados Unidos y “en contra” de otros en el hemisferio. De hecho, todos nuestros vecinos de la región deberían de tener el coraje de defender a aquellos que buscan la libertad y el discurso civil. El objetivo no es socavar la soberanía nacional, sino más bien fomentar la estabilidad y prosperidad de la región a largo plazo, para beneficio mutuo de todos.

La presidenta Rousseff puede ser una aliada influyente dada su historia personal como prisionera política y opositora a la dictadura. Históricamente, Brasil ha adoptado un enfoque de no intervención en lo que se refiere a los asuntos internos de sus vecinos, pero Rousseff ha sentido personalmente la mano dura de la represión.

Al mismo tiempo, el propio ejemplo de Brasil, en su transformación de una dictadura militar a una democracia vibrante, con el crecimiento de la clase media y al convertirse en una voz a nivel mundial, sirve de inspiración para las Américas. No obstante, al tener Brasil cada vez mayor influencia en el escenario mundial, ello implica que sus responsabilidades regionales sean mayores y esenciales para el fomento de la libertad, la estabilidad y la prosperidad en todo el continente.

El empleo, la economía y el comercio desempeñarán un papel destacado en los diálogos del presidente Obama con sus homólogos del hemisferio, tanto bilateralmente como en la Cumbre de Cartagena. El éxito de la aprobación de los acuerdos comerciales con Colombia y Panamá por la administración Obama, la participación en la creación de la Asociación Transpacífica, y la resolución de los conflictos de transporte terrestre entre México y Estados Unidos han generado un impulso prometedor. Como la secretaria Clinton ha sostenido, debemos hacer que el “poder de la proximidad” regional redunde en nuestro beneficio colectivo.

La energía es también un espacio para el progreso y la colaboración. Estados Unidos ya recibe más de la mitad de su energía importada del Hemisferio Occidental, y los enormes avances de Brasil en materia energética pueden hacer que esto aumente. Además, puede que sea el momento adecuado para la reforma energética en México, lo que abriría sus considerables sus reservas propias. La reducción de nuestra dependencia del petróleo que proviene de Oriente Medio claramente redunda en interés de Estados Unidos.

Pero para concretar la verdadera promesa de lo que el presidente Obama ha denominado una nueva era de asociación entre iguales, el continente americano no debe ser sólo un motor de la prosperidad, sino también un ancla de la democracia. Ya que como el Presidente dijo en Brasil el año pasado: “Dondequiera que se prende la luz de la libertad, el mundo se vuelve un lugar más resplandeciente”.

Thomas F. McLarty fue enviado especial del presidente Clinton para las Américas y coordinó la Primera Cumbre de las Américas en Miami. Nelson W. Cunningham fue asesor especial del presidente Clinton en lo relativo a asuntos del Hemisferio Occidental. Son, respectivamente, presidente y socio gestor de la empresa asesora McLarty Associates con sede en Washington, D.C. www.maglobal.com.

Crédito: Este artículo fue originalmente publicado por el  diario El Nuevo Herald.  Usado con el permiso de los autores. 

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