lunes, 10 de junio de 2013

Es hora de aumentar el salario mínimo

Amy Goodman y Denis Moynihan

En pocas semanas se cumple el 50 aniversario del histórico discurso “Tengo un sueño” pronunciado por Martin Luther King Jr. en la Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad del 28 de agosto de 1963.

El 4 de abril de este año se cumplieron 45 años del asesinato de King. Poco antes de ser asesinado, King había lanzado la Campaña de los Pobres, cuyo objetivo era erradicar la pobreza. A quienes se congregaron en la Catedral Nacional de Washington D.C. les dijo: “Al igual que un monstruoso pulpo, la pobreza extiende sus agobiantes y prensiles tentáculos sobre pueblos y aldeas de todo nuestro mundo. Dos tercios de las personas del mundo se irán a dormir con hambre esta noche. Habitan viviendas precarias, están mal alimentados y pobremente vestidos. Lo he visto en América Latina, lo he visto en África y he visto esa pobreza en Asia".

Eso ocurría el 31 de marzo de 1968, cuatro días antes de ser asesinado en Memphis, Tennessee, a donde se había dirigido para marchar en solidaridad con los trabajadores de limpieza en huelga.

Ese año, el salario mínimo estaba en su pico histórico más alto, en términos de poder adquisitivo real. Fue establecido por primera vez en 1938 por el Presidente Franklin D. Roosevelt, que dijo: “Nuestro país, tan rico en recursos naturales y con una población tan capaz y trabajadora debería ser capaz de idear formas y medios de garantizar a todos nuestros hombres y mujeres trabajadores un justo jornal por un justo día de trabajo”.

Cuarenta y cinco años después de que King lanzara su Campaña de los Pobres, la pobreza alcanza nuevamente niveles críticos. Aquel importantísimo bastión contra la pobreza, el salario mínimo, es actualmente de 7,25 dólares por hora, resultado de un proyecto de ley promulgado por el Presiente George W. Bush. El Presidente Barack Obama, tras ser electo por primera vez, prometió un salario mínimo de 9,50 dólares la hora para 2011. En su discurso del año 2013 sobre el Estado de la Unión, sin haber logrado alcanzar dicho objetivo, Obama expresó: “Esta noche, declaremos que, en el país más rico de la Tierra, ninguna persona que trabaje a tiempo completo debe vivir en la pobreza y aumentemos el salario mínimo federal a 9 dólares la hora. Deberíamos ser capaces de hacerlo. Esta simple medida incrementaría los ingresos de millones de familias trabajadoras. Podría marcar la diferencia entre ir a una tienda a comprar alimentos o tener que ir al banco de alimentos, entre pagar la renta o ser desalojado, entre vivir en una lucha para cubrir los gastos o finalmente salir adelante".

El defensor de los derechos de los consumidores Ralph Nader no se impresiona con la retórica del presidente. “¿Hubo alguna vez en la Casa Blanca mayor embaucador que Barack Obama? No movió un dedo desde que hizo esas declaraciones. Hizo las promesas en la campaña de 2008 y luego no dijo nada durante cuatro años acerca de aumentar el salario mínimo. No ejerció presión alguna sobre el Congreso. Ni siquiera permitió actuar a la gente de su propia Casa Blanca respecto a este tema”.

Ralph Nader viene con un nuevo libro bajo el brazo, “Told You So”, en español: “Te lo dije”, en el que critica con dureza el gobierno de Obama en relación a una amplia gama de temas, que van desde las concesiones que hace a los delincuentes que dirigen las grandes empresas hasta el trato que reciben los prisioneros de Guantánamo. Nuevamente, en relación al salario mínimo, Nader dice: “La crueldad aquí es increíble. Somos un país avanzado del Tercer Mundo. Tenemos gran equipamiento militar, ciencia y tecnología. La mitad de la gente del país es pobre. Ni siquiera pueden pagar sus cuentas. Están profundamente endeudados. Y entonces la gente se sienta y dice: ‘Tienen el poder. No podemos hacer nada’. ¿Cómo que no podemos hacer nada? Treinta millones de trabajadores de este país ganan menos hoy de lo que ganaban esos mismos trabajadores en 1968, reajustado según la inflación. Son los trabajadores que limpian por nosotros, que producen nuestros alimentos, que nos atienden en los comercios, que cuidan de nuestros abuelos enfermos. Tomemos conciencia de esa cifra. Esos son los trabajadores más subempleados y los que tienen menor cobertura de salud. Trabajan en las peores condiciones de seguridad laboral. No tienen sindicatos. Y la pregunta es si nuestra sociedad es tan incapaz de movilizarse. Si nuestra sociedad ha renunciado a tal punto a su soberanía cívica que no puede lograr que el salario mínimo iguale al de 1968”.

Nader, candidato presidencial en cuatro oportunidades, exhorta a la gente a que envíe “citaciones” a sus respectivos miembros del Congreso mediante una nota citatoria que puede obtenerse del sitio web TimeForARaise.org y a exigir asambleas públicas durante el receso del Congreso en el mes de agosto.
Y no es solamente Ralph Nader. La Clínica Internacional de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York acaba de hacer público un nuevo estudio: “Cambio en la alimentación: Satisfacer el derecho a la alimentación en Estados Unidos". El informe indica que cincuenta millones de personas, lo que representa uno de cada seis estadounidenses, viven con ingresos que no les permiten acceder a una alimentación adecuada. De ellos, casi diecisiete millones son niños. A pesar de ello, el Congreso avanza con el plan de debilitar el financiamiento de programas de seguridad alimentaria, como los bonos de alimentación.


Las palabras pronunciadas por el Dr. King en aquel discurso en la Catedral Nacional tienen validez en estos tiempos, en que nos enfrentamos nuevamente a la crisis de la pobreza y el hambre: “Esta es la oportunidad de Estados Unidos de acortar la brecha entre los que tienen y los que no. La pregunta es si Estados Unidos lo hará. No hay nada nuevo sobre la pobreza. Lo que es nuevo es que ahora tenemos las técnicas y los recursos para librarnos de la pobreza. La verdadera pregunta es si tenemos la voluntad”.

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