Dr. Ramón Romero
Gracias a la gentileza de la Rectora Castellanos leí “Tiempo de desolación”, un artículo de prensa de Ignacio Sotelo, conocido sociólogo español, publicado en el Diario El País, edición del domingo 2 de febrero de 2014. En él cita dos libros recientes: Universidad y ciencia en España, de Clara Eugenia Núñez, y Todo lo que era sólido, de Antonio Muñoz Molina, ambos historiadores andaluces nacidos en 1956, que estudiaron en la Universidad de Granada y ganaron experiencia académica en los Estados Unidos. Por la importancia que para nosotros tienen, se contextualizan algunas de sus ideas, que se presentan en citas entrecomilladas.
Gracias a la gentileza de la Rectora Castellanos leí “Tiempo de desolación”, un artículo de prensa de Ignacio Sotelo, conocido sociólogo español, publicado en el Diario El País, edición del domingo 2 de febrero de 2014. En él cita dos libros recientes: Universidad y ciencia en España, de Clara Eugenia Núñez, y Todo lo que era sólido, de Antonio Muñoz Molina, ambos historiadores andaluces nacidos en 1956, que estudiaron en la Universidad de Granada y ganaron experiencia académica en los Estados Unidos. Por la importancia que para nosotros tienen, se contextualizan algunas de sus ideas, que se presentan en citas entrecomilladas.
En tiempos de reforma de la UNAH es
oportuno recordar que el Rey Alfonso El Sabio, en el Medioevo español, definió
a la naciente universidad como el ayuntamiento de profesores y
estudiantes. Ese hecho básico es el cimiento sobre el que en adelante se
ha desarrollado la Universidad. Con tal fundamento podemos hoy afirmar que
reformar la universidad es, en esencia, reformar la condición de profesor, la
condición de estudiante y las relaciones y mediaciones que entre ambos se
desarrollan.
La calidad de los profesores es el
principal factor que determina el nivel de la Universidad. Un buen profesor
hace un buen estudiante. En la UNAH el genuino reformismo y progresismo
incubado por aquellos profesores con actitud intelectual, sobrepasando partidos
y sindicatos, ha insistido –desde las décadas de 1970, 80 y 90, cuando la
actual reforma era una utopía- que la dimensión académica es la prioridad
de la reforma y todo lo demás debe estar al servicio de esta.
Quienes así han pensado han sido a la vez profesores de elevado mérito.
La experiencia estudiada por los
profesores referidos en el artículo de don Ignacio Sotelo confirma que las
transiciones y reformas universitarias pueden tener resultados desoladores, cuando
en su interior suceden cosas como las que los autores andaluces enuncian:
- Cuando “… tras una victoria electoral, con una amplia mayoría absoluta, no hubo ruptura, sino continuismo en la universidad, en el preciso momento en que pudo y debió haberse llevado a cabo su refundación”.
- Cuando “lo normal … es que el ...(funcionario) acepte el puesto que le ofrezcan, sin siquiera preguntarse si tiene la menor idea de lo que habría que hacer. Sumiso al que lo haya nombrado, se instala en la rutina, atento a un solo objetivo: evitar cualquier decisión que conlleve el riesgo de perder el cargo.”
- Cuando “Ofuscados por sus intereses particulares, los profesores únicamente están interesados en mantener la estabilidad... adquirida, sin otra exigencia que suban los sueldos con criterios igualitarios de distribución.”
- Cuando “La inmensa mayoría de los estudiantes, por su parte, no espera de la universidad más que un título alcanzado con el menor esfuerzo, pagando tasas bajas y disponiendo del mayor número de becas bien dotadas, sin que haya que dar cuenta del rendimiento.”
- Cuando “para ambos sectores los problemas se resuelven aumentando el gasto en educación. La autora (Núñez) combate la estupidez de que con solo un mayor gasto en educación, mejore su calidad…”
- Cuando “las derechas y las izquierdas por igual prefirieron ocupar las instituciones antes que reformarlas por dentro, de modo que cambiaron las leyes no para hacerlas mejores sino para asegurarse de que podrían actuar al margen de ellas.”
- Cuando en la universidad la reforma se limita a “la modernización de las apariencias.”
Entre las propuestas formuladas por los
autores se incluye el “seleccionar a los mejores profesores, a ser
posible en un amplio marco internacional, acabando con la mediocridad que
resulta del localismo …y la endogamia (por la cual) los profesores se reclutan
en el interior de sus claustros.”
Otra propuesta relevante es
“fundar …Institutos … de Estudios Avanzados; (estos son) instituciones
nuevas que, al regirse por las normas de funcionamiento de las mejores
(universidades) del mundo, habrían de introducir la cultura científica y
académica de los países punteros. A medio plazo estos institutos influirían en
que nuestras universidades hiciesen ciencia, la única manera de que puedan
enseñarla.”
Para prevenir tiempos de desolación
resultantes de reformas que lograron poco o fracasaron, es saludable aprender
de la experiencia de otros procesos. Por la referencia que hace Ignacio
Sotelo sobre los libros de Núñez y Muñoz Molina se puede inferir que su
propuesta de fondo es cerrar el paso a la mediocridad dentro de la Universidad.
Tarea permanente y nada fácil, que solo se puede enfrentar con academia y más
academia.
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