Ramón Romero (Ph.D.)
Profesor-Investigador de la UNAH
Centroamericano de
estatura planetaria, Sergio Ramírez entregó conocimientos y sembró inquietudes
en quienes le escuchamos durante su visita de tres días a la UNAH en junio de
2012. Fue gratificante saber que al escritor nacido en la hermana Nicaragua le
son cercanas las personas, lugares, aconteceres y devenires de esta Honduras.
Visitó a su amigo Oscar Acosta, almorzó con otros hondureños amigos suyos, nos
refirió vivencias con Julio Escoto y recuerdos de Clementina Suarez, sus
pláticas, su casa y los objetos de arte que ella ahí atesoraba. Recordó sus
estadías en el antiguo Hotel Panamericano, en cuyo local la Universidad está
por inaugurar un centro de cultura. Le escuchamos hablar de San Marcos de
Colón, San Pedro Sula y Danlí, refiriéndose con propiedad a personas notables y
a personajes de lo cotidiano. Oírle hablar con cercanía sobre lo nuestro nos ha
resultado de mayor emoción que la ya elevada alegría sentida al leer en varias
de sus novelas las referencias bien documentadas de Honduras, su historia y su
gente.
Mucho más allá del
placer provinciano que deriva del saber que lo nuestro forma parte del universo
del escritor, escucharle ha sido una experiencia intelectual plena. Sergio
Ramírez habló claro y profundo. Con la mesura y el balance que resultan del
talento y la experiencia nos permitió vislumbrar --a través de los diálogos
sobre sus novelas “Margarita está linda la mar” y “La fugitiva”-- los contornos del acto creativo, íntimo, de
un escritor. Con lenguaje preciso hizo referencia a las búsquedas, encuentros,
aciertos, dudas y soluciones que suceden mientras se escribe.
El ámbito de una
novela es la vida privada -explicó Sergio Ramírez. Un novelista cuenta lo que
ocurre, y como esto afecta las vidas privadas. Lo público, lo político no es
tema de novela, aunque sí en una novela pueden describirse situaciones de
injusticia que impactan las conciencias.
Al escribir sobre
personas, sus vidas y circunstancias, el
novelista es consciente que los seres humanos tienen similares sentimientos,
pasiones y reacciones. Los celos, la ambición de poder, el orgullo y el amor
son características de la humanidad. Las personas se conducen de manera análoga
en todo tiempo y lugar. Corresponde a la imaginación del escritor decidir sus
personajes, sus circunstancias y las pasiones en juego en cada novela.
A la base de una
novela hay una gran curiosidad. Se escribe para satisfacer esa curiosidad. En
la construcción de su narrativa el escritor va satisfaciendo su propia
curiosidad sobre el asunto que lo ocupa. Luego es responsabilidad suya hacer
partícipe al lector de su curiosidad y ofrecerle satisfacciones en el texto.
Tarea compleja para
un escritor es seleccionar el tema de su próxima novela. Algunos temas se
presentan de súbito, mientras otros resultan de una dilatada reflexión. Refirió
Sergio Ramírez que a principios de la década de 1960 -cuando supo de la llegada del cadáver de
Amanda Solano a Costa Rica y percibió el contexto que envolvió su vida- decidió
que escribiría una novela sobre esta escritora costarricense. Esa decisión lo
acompañó a lo largo de los años, hasta que en 2011 la escribió bajo el título
“La fugitiva”.
Decidido un tema,
hay que investigarlo a fondo. Detrás de una novela y previo a ella hay mucho
trabajo preparatorio, que suele iniciarse con la formulación de un plan
cuidadosamente elaborado, que acerca y familiariza cada vez más al escritor con
su asunto. Preparar una novela es una dilatada labor en la cual hay que leer
muchos libros, revistas, periódicos y documentos de todo tipo, consultar archivos,
ver fotografías, visitar lugares, platicar con personas, recopilar con
diligencia los asuntos de importancia y los pequeños detalles, asumiendo
siempre que estos detalles pueden ser de tanta importancia como los grandes
asuntos. Los resultados de la búsqueda son anotaciones, fichas de contenido
–más de 1,500 nos contaba, fueron las que elaboró a lo largo de muchos años
para escribir “Margarita está linda la mar”, y ninguna sobre la obra literaria
de Rubén Darío, sino sobre los detalles de su vida, hasta tener al personaje de
verdad; una de ellas, referida al número de sombrero que Darío usaba resulto
singularmente útil al escribir el texto. La preparación previa hace del
escritor un conocedor de los asuntos sobre los que escribirá, pudiendo sobre
esta base narrar con propiedad e imaginar con libertad. El escribir va sobre
rieles después del trabajo preparatorio, y con el avance de la imaginación la
novela se convierte en “un barco tomado por los polizones”.
La escogencia del
personaje sobre el que versa una novela no se hace por simpatías o antipatías,
sino porque sus andanzas resulten de atractiva narración. Los pícaros, los
dictadores, los asesinos y más recientemente los capos de la droga son
personajes estrambóticos, extravagantes, que dan mucho para contar, y de los
cuales la narrativa siempre ha dado cuenta. Estos personajes no necesitan ser
inventados, están en la vida, en la historia, para ser abordados desde la
imaginación del novelista. En “Margarita está linda la mar” se cuenta sobre el
ajusticiamiento de Anastasio Somoza García, ex inspector de excusados
sanitarios en León, advenedizo, escalador social, hombre sin escrúpulos, pícaro
permanente, ameno contador de chistes, que supo aprovechar el inglés aprendido
como trabajador de muelles en Boston y su condición de ex amante de la esposa
del embajador de los Estados Unidos para convertirse en implacable dictador y
fundador de una dinastía, características que lo vuelven atractivo de narrar.
La dedicación de un
autor a su obra es asunto importante para un público interesado en el arte de
escribir y no solo en sus resultados. Sobre los hábitos de vida que le han
permitido construir su obra literaria, Sergio Ramírez hizo referencia al
trabajo intenso y la disciplina. Escribir, leer y administrar su literatura son
actividades profesionales relevantes, que deben equilibrarse con otras de gran
importancia como la atención a la familia y los amigos. Lo inviolable son cinco
horas diarias que dedica con exclusividad a la creación literaria, sin
interrupciones ni concesiones de ningún tipo, en soledad y silencio, a partir
de las 8.30 de la mañana.
Con plena
convicción asentada en su propia experiencia afirmó que la situación ideal para
escribir no existe, y que el escritor debe hacerlo en medio de todas las
circunstancias, aún en las peores, pues para un escritor la escritura es
primero que muchas cosas. Contó que escribió la novela “Castigo divino” en
condiciones muy difíciles, siendo Vicepresidente de Nicaragua; en medio de un
mar de responsabilidades de otra naturaleza, escribía de 4 a 8 de la mañana.
Tulita, su esposa que le acompañó en la UNAH y en todo momento le escuchó con
atención sentada en la primera fila de asientos del auditorio universitario,
asintió con la cabeza seguramente recordando tiempos azarosos que ha compartido
con el escritor.
Gracias
a ellos por visitar la UNAH, y a todos los universitarios que hicieron posible
la enriquecedora presencia entre nosotros de uno de los grandes escritores de
América.
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