Por Ramón Medina Luna
En 2012 el gobierno rompió la tradición de aprobar el presupuesto
en las últimas sesiones del Congreso Nacional en el mes de diciembre. Ese mes el
Poder Ejecutivo estuvo enfrentado manifestaciones de protesta de parte de
funcionarios públicos –particularmente maestros y otros, incluso alcaldes
municipales- que no habían recibido el pago de sus sueldos o las transferencias
municipales, aparte de suplidores y contratistas que tampoco habían recibido sus
pagos por entrega de insumos y materiales o por las obras físicas realizadas;
una clara muestra de que el gobierno atravesaba una grave situación de
insolvencia y no podía cumplir con sus compromisos presupuestarios. Adicionalmente,
a ese momento, también se había evidenciado que el presupuesto propuesto para
2013 presentaba un incremento significativo con relación al de 2012; lo cual,
lógicamente, demandaba un replanteamiento para evitar que la situación de
insolvencia se prolongara durante 2013. Consecuentemente, no resultó extraño
que el gobierno decidiera posponer hasta enero la consideración del nuevo
presupuesto, presumiblemente para efectuar una revisión del mismo y/o consultar
opiniones externas al respecto.
Varias instituciones aprovecharon ese espacio de tiempo para
presentar a los funcionarios gubernamentales recomendaciones tendientes a
mejorar el presupuesto propuesto para 2013. Inicialmente se tuvieron
expectativas positivas de que los funcionarios gubernamentales atenderían las
sugerencias presentadas. Sin embargo, a mediados de enero, el gobierno procedió
a aprobar en el Congreso un presupuesto para 2013 que resultó tener el mismo
nivel de 89.4 mil millones para el gobierno central que el presupuesto
propuesto originalmente, salvo unos cuentos cambios estructurales internos;
dejando pendiente por 60 días la aprobación de cerca de 30 mil millones del
presupuesto correspondiente a 6 empresas autónomas del Estado. Esto último con
el fin de mejorar su eficiencia administrativa en procura de ahorros
presupuestarios. A mediados del año se ha evidenciado que este ejercicio no ha
logrado su objetivo. Consecuentemente, el presupuesto combinado del gobierno
central y el descentralizado para 2013 podría llegar a un total de casi 165.0
mil millones de lempiras; que es el mismo valor presentado como propuesta en el
mes de septiembre.
La información de la ejecución presupuestaria en 2012
recientemente publicada por la Secretaría de Finanzas (SEFIN), revela que el
año pasado el gobierno no pudo cumplir con las metas de ingresos y aunque
tampoco gastaron todo el presupuesto operativo del año, el resultado neto fue un
incremento sustancial en el déficit fiscal que en lugar del 4.5% proyectado
llegó a 6% del Producto Interno Bruto, equivalente a cerca de 21.5 mil millones
de lempiras; con el agravante de que además quedó una alta deuda flotante
estimada en cerca de 12 mil millones de lempiras, incluidos pagos de servicio
de la deuda pública que no pudieron ser honrados.
Es posible anticipar que el presupuesto aprobado para 2013
presenta como perspectiva una repetición de las condiciones que estuvieron
presentes el año pasado. Ciertas previsiones presupuestarias para 2013 hacen
dudar de la integridad del presupuesto aprobado, particularmente por el lado de
los ingresos. Este presupuesto está basado en los mismos supuestos
macroeconómicos presentados originalmente en septiembre del año pasado, que ya
en ese momento parecían ilusorios y que actualmente se consideran aún más
alejados de la realidad. SEFIN asume una tasa de crecimiento económico de 3.5%
para 2013, pero estimaciones más recientes de economistas independientes proyectan
que éste sólo llegara a una tasa entre 2.5 y 2.8%. Evidentemente, esto tendrá repercusiones
negativas sobre el nivel de ingresos tributarios que puede esperar el gobierno,
realísticamente.
El presupuesto aprobado asume que la recaudación del impuesto
sobre la renta llegará a 19.5 mil millones y que el impuesto sobre la
producción y consumo ascenderá a 27 mil millones –las dos principales fuentes
de ingresos del gobierno-, lo cual –si los datos disponibles hasta el momento
son correctos- implica que el primero aumenta en 1.6 mil millones y el segundo
en 4.2 mil millones sobre el nivel de ingresos ejecutados en 2012. También se
plantean aumentos cercanos a 1 mil millones en cada una de las líneas
presupuestarias por el pago de servicios específicos (peajes?) y de cánones y
regalías (telecomunicaciones?), respectivamente. En suma, el gobierno proyecta
que sus ingresos tributarios y no tributarios aumentarán un total de 8.1 mil
millones en 2013 con relación al presupuesto de 2012 para llegar a un total de
63.6 mil millones.
Dado que las recaudaciones en buena medida son dependientes del
nivel de actividad de los agentes económicos, las proyecciones de aumento del gobierno pueden resultar deficientes; salvo
que éste fuese a aumentar las tasas impositivas –lo cual es poco probable en un
año electoral-, mejore significativamente los métodos de recaudación fiscal
para disminuir la evasión, o tenga éxito en aumentar la recaudación por la vía
de la reducción de las exoneraciones fiscales; que es el mecanismo que
ávidamente esta persiguiendo el gobierno actualmente. El gobierno espera llegar
a recaudar hasta 4.5 mil millones mediante la reducción del número de productos
de la canasta básica de consumo exonerados del pago del impuesto sobre
ventas.
Mientras los ingresos del gobierno son variables, el presupuesto
de egresos presenta rigideces que resultan muy difíciles de evadir y procurar
ahorros por esa vía. Casi la mitad de
los egresos corrientes del gobierno central van dirigidos al pago de sueldos y
salarios, que en buena medida están protegidos por los estatutos gremiales de
maestros, médicos, enfermeras, policías y hasta de los soldados. Adicionalmente,
ese presupuesto contiene ahora transferencias masivas de recursos mandadas por
Ley a las alcaldía municipales y, adicionalmente, a muchas entidades públicas y
privadas del sector social. Mientras
hace unos años las entidades autónomas eran fuente de ingresos para el gobierno
central, recientemente estas se han convertido en receptoras netas de recursos
públicos para hacer frente a sus propias necesidades operativas.
Bajo estas circunstancias, en el presupuesto del gobierno se ha
estrujado su capacidad para invertir en obras físicas y, más aún, se ha visto
en la necesidad de aumentar el endeudamiento público, tanto externo como
interno, para tratar de hacer frente a sus crecientes necesidades
presupuestarias. Para 2013, se proyecta
que el déficit fiscal será cuando menos igual o superior al resultado de 2012 y
que la deuda pública total llegará a ser equivalente a un 40% del PIB, lo cual
adiciona una carga por servicio de la misma cada vez más pesada para el Estado
hondureño. La planificación
presupuestaria y el manejo administrativo del gobierno están requiriendo un
fuerte cambio de dirección para no seguir comprometiendo el futuro de los hondureños
vía el creciente endeudamiento público.
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