Amy Goodman
Hace dos semanas, muchas personas murieron en un nuevo ataque
violento. Esta vez, no se trató de la acción de un hombre armado ni de
un estudiante que realizó un tiroteo en una escuela. Las víctimas fueron
un grupo de familias que se dirigían a una boda en la localidad de
Radda. Radda no está en Colorado ni en Connecticut, sino en Yemen. El
arma utilizada no fue una pistola semiautomática de fácil obtención,
sino misiles lanzados por un avión no tripulado de Estados Unidos.
Diecisiete personas, en su mayoría civiles, murieron en el ataque,
perpetrado el jueves 12 de diciembre. La Oficina de Periodismo de
Investigación (BIJ, por sus siglas en inglés),
una organización con sede en Londres que rastrea los ataques
estadounidenses con aviones no tripulados, recientemente publicó un
informe sobre los seis meses posteriores al discurso más importante del
Presidente Obama acerca de la guerra con aviones no tripulados,
pronunciado en la Universidad Nacional de Defensa (NDU,
por sus siglas en inglés) en el mes de mayo. En el discurso, Obama
prometió que “antes de realizar un ataque, habrá casi absoluta certeza
de que ningún civil morirá ni resultará herido, el mayor estándar que
podemos fijar”. La Oficina de Periodismo de Investigación resumió en su
informe: “A seis meses de que el Presidente Obama fijara los estándares
estadounidenses para la utilización de aviones no tripulados armados, un
análisis de nuestra Oficina demuestra que más personas murieron en
ataques encubiertos con aviones no tripulados en Yemen y Pakistán en ese
período que en los seis meses anteriores a que Obama pronunciara el
discurso”. Cuesta comprender que en un país que aborrece los asesinatos
masivos que ocurren con demasiada frecuencia en el seno de sus propias
comunidades, el Gobierno mate sistemáticamente a tantas personas
inocentes en el extranjero.
Una de las mayores dificultades para poder hacer una evaluación del
programa de ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos es el
secretismo que lo rodea. Los funcionarios estadounidenses no suelen
hablar del programa, mucho menos de ataques específicos, especialmente
cuando mueren civiles. Como reconoció Obama en su discurso: “La mayoría
de las críticas a los ataques con aviones no tripulados, tanto aquí como
en el extranjero, se centran, naturalmente, en las denuncias acerca de
las muertes civiles. Hay una gran brecha entre la evaluación de las
muertes realizada por el Gobierno de Estados Unidos y la de los informes
no gubernamentales. Sin embargo, es un hecho indiscutible que los
ataques estadounidenses han provocado muertes civiles”. La BIJ
calcula que el número de muertos en ataques estadounidenses con aviones
no tripulados en los últimos doce años en Pakistán, Yemen y Somalia
supera los 4.000.
Mientras los medios estadounidenses centran toda la atención en la
posibilidad de que en los próximos años Amazon.com utilice pequeños
aviones no tripulados para enviar los pedidos de Navidad, es importante
reflexionar seriamente acerca de lo que estos robots aéreos están
haciendo actualmente. El corresponsal de DemocracyNow! Jeremy Scahill ha
denunciado las guerras encubiertas de Estados Unidos durante años. Lo
hizo recientemente en su libro y documental denominado “Dirty Wars”
(Guerras sucias). La película acaba de ser preseleccionada a un premio
Oscar al mejor documental del año. Tras la nominación, Scahill nos dijo:
“Esperamos que, a través del documental, las personas presten atención a
estas historias, que los estadounidenses conozcan, por ejemplo, lo que
les sucedió a los residentes de una localidad beduina en al-Majalah,
Yemen, donde más de treinta mujeres y niños murieron en un ataque con un
misil de crucero estadounidense que la Casa Blanca intentó encubrir. O
que se enteren de las personas que mueren en ataques nocturnos en
Afganistán o en ataques con aviones no tripulados en Yemen y Pakistán”.
En su discurso ante la Universidad Nacional de Defensa, el Presidente
Obama afirmó: “Estados Unidos no realiza ataques para castigar a las
personas. Actuamos contra los terroristas que significan una amenaza
constante e inminente para el pueblo estadounidense, y cuando otros
gobiernos no son capaces de enfrentar esa amenaza en forma eficaz”. Ni
Obama ni sus colaboradores explicaron qué tipo de amenaza significaba
para el pueblo estadounidense un grupo de vehículos que se dirigía a una
boda. El Gobierno de Yemen cumplió con la costumbre local e indemnizó a
las familias que fueron víctimas del ataque mediante la entrega de 101
rifles Kalashnikov y poco más de 100.000 dólares.
Los pueblos rurales de Yemen se encuentran atrapados en el medio de
un violento conflicto, según expresa Human Rights Watch en un informe
publicado en octubre titulado “Between a Drone and Al-Qaeda” (Entre los
aviones no tripulados y al-Qaeda). Apenas un mes antes de que Obama
pronunciara el discurso ante la Universidad Nacional de Defensa, Farea
al-Muslimi, un elocuente joven yemení que asistió durante un año a la
escuela secundaria en Estados Unidos, brindó su testimonio en una
audiencia del Congreso. Seis días antes de que declarara, un ataque con
avión no tripulado había impactado en su aldea, Wessab. Farea sostuvo:
“Lo que sabían los pobladores de Wessab sobre Estados Unidos se basaba
en mis anécdotas acerca de mis maravillosas experiencias aquí. Ahora, en
cambio, cuando piensan en Estados Unidos, piensan en el terror que
sienten por los aviones no tripulados que los sobrevuelan, prontos para
disparar misiles en cualquier momento. Un avión no tripulado logró en un
instante lo que militantes violentos nunca antes habían logrado. Ahora
existe una profunda ira contra Estados Unidos en Wessab". Finalizó su
testimonio con la esperanza de que “cuando los estadounidenses sepan
realmente cuánto dolor y sufrimiento han causado los ataques con aviones
no tripulados estadounidenses (…) rechazarán este devastador programa
de asesinatos selectivos".
Los hechos de violencia sin sentido en Estados Unidos conforman una
larga lista de nombres asociados al dolor y la pérdida: Columbine,
Tucson, Aurora, Newtown, Littleton. Gracias al constante trabajo de
activistas comprometidos, periodistas valientes y funcionarios
responsables, quizá los estadounidenses también recuerden los nombres de
Gardez, Radda, al-Majalah, Mogadiscio y de los otros tantos lugares
donde los ataques con aviones no tripulados continúan ocurriendo bajo un
manto de secretismo.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
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