Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan
Los artífices de la desastrosa invasión y ocupación de Estados Unidos
en Irak no tardaron en aparecer ante las cámaras para hablar en los
programas de noticias de la televisión por cable. El grupo insurgente
conocido como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS,
por sus siglas en inglés) está arrasando en Irak. Una tras otra, está
tomando el control de las ciudades del país y se acerca a Bagdad, en lo
que ha sido calificado de “avance relámpago”, que incluyó la ejecución
sumaria de varias personas. El ISIS surgió
como consecuencia del agravamiento de la guerra civil siria, y explotó
eficazmente la inestabilidad reinante en dicho país, así como la
debilidad del Gobierno del Primer Ministro iraquí, Nouri al-Maliki,
conocido por su corrupción. Con tan solo unos miles de soldados armados,
el ISIS logró derrotar al ejército iraquí,
que cuenta con cientos de miles de soldados entrenados y equipados por
las fuerzas estadounidenses de la ocupación, todo esto financiado con
dinero de los ciudadanos de Estados Unidos.
Dick Cheney, Paul Wolfowitz, William Kristol y Paul Bremer, entre
otros miembros de la pandilla de George W. Bush, tuvieron amplio espacio
en las cadenas de televisión y en la prensa para arremeter contra el
Presidente Obama y culparlo de la actual crisis en Irak. Estos políticos
y opinólogos profesionales no están menos equivocados hoy en día de lo
que estaban cuando nos quisieron vender la guerra de Irak en 2003.
Una persona que conoce bastante bien la situación en la región y a
quien no se le ha dado mucho espacio en los medios de comunicación
estadounidenses es Lakhdar Brahimi. Brahimi renunció recientemente al
puesto de enviado especial de las Naciones Unidas y la Liga Árabe para
Siria. Desempeñó el cargo durante dos años, durante los cuales se
encargó de supervisar las negociaciones de Ginebra que tienen como
finalidad lograr la paz en Siria. Renunció tras haber reconocido el
fracaso absoluto del proceso de paz.
En una entrevista realizada esta semana en el programa de noticias
“Democracy Now” reiteró una advertencia que viene realizando hace
tiempo: “La situación en Siria es como una herida infectada: si no se la
trata adecuadamente, se esparcirá. Y eso es lo que está sucediendo”. A
los 80 años de edad, Brahimi es un hombre con mucha experiencia. Luchó
por la independencia de Argelia, contra la ocupación francesa. Más tarde
fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, y luego se
desempeñó como enviado de las Naciones Unidas en varias zonas de
conflicto, como Haití, Sudáfrica y Afganistán. Es miembro de “The
Elders” (Los Mayores), un grupo de diplomáticos jubilados formado por el
ex Presidente sudafricano Nelson Mandela para trabajar por la paz
mundial. Le pregunté a Brahimi cuál pensaba que había sido el peor error
de Estados Unidos en Irak desde la invasión en 2003. Me respondió
utilizando el cuidadoso lenguaje de un diplomático de carrera: “El error
fue invadir Irak. Tras la invasión de Irak, quizá sea muy injusto al
decir esto, pero me inclino a afirmar que cada vez que tuvieron la
oportunidad de elegir entre hacer las cosas bien y hacerlas mal, muy
pocas veces se optó por hacerlas bien”.
Brahimi está de acuerdo con muchos críticos que afirman que el
Gobierno de Bush se equivocó al disolver el ejército iraquí después de
derrocar al Gobierno de Saddam Hussein. En los diez años siguientes,
Estados Unidos ha vendido, alquilado o cedido al Gobierno iraquí decenas
de armas y equipamiento militar por miles de millones de dólares. La
información pública sobre la venta de armas está desperdigada en
diferentes sitios web del Gobierno de Estados Unidos e incluye el envío
urgente de 300 misiles Hellfire, además de los acuerdos existentes para
el envío de armas de bajo calibre, municiones, vehículos blindados
Humvee, helicópteros de ataque Apache y el primer envío de aviones de
combate F-16 para ser utilizados por Irak. Todas estas armas se están
enviando al Gobierno de al-Maliki, que es objeto de condena por aislar a
la población suní de Irak, lo que genera sectarismo y conflicto.
El Presidente Obama ordenó el envío al Golfo Pérsico del portaaviones USS
George H.W. Bush y de dos buques destructores equipados con misiles
dirigidos. Si bien en un principio afirmó que no enviaría soldados
estadounidenses a Irak, al menos 275 militares fueron enviados para
proteger la embajada de Estados Unidos en la denominada Zona Verde de
Bagdad, además de 100 soldados de operaciones especiales. El Gobierno de
al-Maliki solicitó también a Obama que lanzara ataques aéreos contra
las fuerzas del ISIS.
Sami Rasouli es otra de las voces que no es escuchada con frecuencia
en los medios estadounidenses. Es iraquí, pero se radicó en Estados
Unidos en la década de 1970, donde puso un restaurante en la región de
Minneapolis-St. Paul, en Minnesota, al que se dedicó durante años.
Cuando la ocupación estadounidense de Irak empeoró hasta llegar al caos
en 2004, vendió su restaurante y regresó a Irak, donde fundó el grupo
Muslim Peacemaker Teams (Equipos de Musulmanes por la Paz) para ayudar a
reconstruir su país. Desde Nayaf, en Irak, me dijo acerca de las
fuerzas armadas estadounidenses: “Creo que deberían irse de la zona, que
no deberían intervenir y que deberían poner fin a la guerra en
Afganistán. Deberían retirar a sus fuerzas y dejar que los árabes y los
países de la zona resuelvan sus problemas. No será fácil. Llevará
tiempo, pero finalmente hallarán la forma de lograrlo”.
Las voces de los iraquíes que están en Irak y de los activistas por
la paz en Estados Unidos nos dan lecciones importantes. En 2001, la
representante demócrata de California, Barbara Lee, fue la única
congresista que se opuso a la guerra como medida de represalia contra
los ataques del 11 de septiembre: “El 11 de septiembre cambió el mundo.
Nos acechan nuestros más profundos temores. Sin embargo, estoy
convencida de que la acción militar no impedirá que se cometan otros
actos de terrorismo internacional contra Estados Unidos. Es un asunto
muy complejo. Ahora se aprobará esta resolución, pero todos sabemos que
el Presidente puede iniciar una guerra sin nuestra aprobación. Sin
embargo, por más difícil que sea esta votación, algunos de nosotros
exhortamos a mantener la cautela. Nuestro país está de luto. Algunos de
nosotros debemos decir: tomemos distancia por un momento, detengámonos a
pensar un momento y reflexionemos sobre las repercusiones de las
medidas que adoptaremos hoy para que la situación no se salga de
control. En la ceremonia de homenaje a las víctimas, que fue muy
dolorosa, pero a la vez muy emotiva, un miembro del clero dijo de manera
muy elocuente: ‘Al actuar, no nos convirtamos en el mal que
deploramos”. Esta semana, la representante Barbara Lee publicó en
Twitter: “Seamos claros: Estados Unidos está cansado de la guerra. No
existe una solución militar al conflicto sectario en Irak”. Y también
están las voces nuevas. Su colega, la congresista de Hawaii Colleen
Hanabusa, de filiación budista, presentó una enmienda para impedir las
operaciones de combate en Irak. Al respecto, escribió: “Me he opuesto a
la invasión y ocupación de Estados Unidos en Irak desde 2002 y creo que
una mayor intervención militar carece de un objetivo definido y de un
final claro”.
El propio Presidente Obama se opuso a la guerra de Irak. Hoy debería recordar aquella decisión.
© 2014 Amy Goodman
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