lunes, 28 de octubre de 2013

Brutalidad policial, salud mental y el “modelo de Memphis”

Amy Goodman

Esta semana, Elsa Cruz interpuso una demanda ante un tribunal federal de Nueva York, meses después de que la policía le disparara y matara a su esposo. En mayo de este año, Cruz llamó al 911 para pedir ayuda para su esposo, Samuel. Temía que no hubiera tomado su medicación mientras ella estaba de vacaciones en su país de origen, Filipinas. Casi ocho meses antes de la muerte de Cruz, no muy lejos, en Harlem, Hawa Bah llamó al 911 para pedir asistencia médica para su hijo, Mohamed. En lugar de recibir asistencia médica, Mohamed se debió enfrentar al Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York. Horas más tarde también murió en su apartamento a manos de la policía, de ocho disparos, uno de ellos en la cabeza. Su hermana, Oumou Bah, entabló una demanda contra la Ciudad de Nueva York y contra varios oficiales de policía. Si bien ninguno de los juicios les devolverá la vida a las víctimas, podrían evitar otras muertes al obligar a los Departamentos de Policía de New Rochelle y de Nueva York a adoptar una práctica policial cada vez más reconocida para lidiar con personas en situación de estrés emocional, denominada el “modelo de Memphis”.


El martes pasado en el programa de noticias “DemocracyNow!”, tuve la oportunidad de entrevistar en exclusiva a Hawa Bah y a Elsa Cruz. Ellas no se conocían. Se vieron por primera vez en nuestro estudio.

Hawa Bah viajaba todos los años a Nueva York desde Guinea, en África, para ver a su hijo Mohamed. En su última visita, le sorprendió el deterioro del estado de salud de su hijo. Había perdido mucho peso y tenía un corte encima del ojo. Actuaba en forma errática. Sospechó que estaba deprimido y quiso llevarlo al hospital. Como no logró convencerlo de que fuera, pidió ayuda a sus amigos, quienes le sugirieron que llamara al 911. Hawa me dijo: “Cuando vi la patrulla, los miré y les dije ‘Yo no llamé a la policía, llamé a una ambulancia’. Y ellos me dijeron: ‘No, señora. No se preocupe. Aquí, en Nueva York, cuando llama a la ambulancia, nosotros llegamos antes. Vemos a la persona y llamamos a la ambulancia’. Me dijeron: ‘No se preocupe, su hijo estará bien’”.
Los oficiales del Departamento de Policía de Nueva York nunca le dijeron a Mohamed Bah que estaban allí porque su madre los había llamado. Hawa Bah continuó: “Golpearon a la puerta y no le dijeron a Mohamed: ‘Tu madre dice que debes ir al hospital’. Simplemente le dijeron: ‘Abre la puerta, Mohamed. Vinimos a buscarte’”.

Hawa Bah le suplicó a la policía que la dejaran hablar con su hijo, pero no se lo permitieron. Tampoco le dijeron a Mohamed que su madre estaba con ellos. Su abogado, Randolph McLaughlin, explicó lo que sucedió a continuación: “Después de más de una hora de griterío, de golpear a la puerta, de pasar cosas por debajo de la puerta, como un tipo de espejo, tiraron la puerta abajo, le dispararon con una pistola paralizante, le aplicaron choques eléctricos en los testículos y le dispararon ocho veces. La última bala fue directo a la cabeza. El tipo de herida que tenía alrededor del orificio de entrada indica que le dispararon desde una distancia muy corta”.

El 26 de mayo, Samuel Cruz, al igual que Mohamed Bah, se estaba comportando en forma extraña. Elsa llamó al 911. Me contó lo que le dijo a la operadora: “No sé qué le sucede a mi esposo. Necesita ayuda. ¿Podría, por favor, enviar a alguien para que me ayude a llevarlo al hospital? La operadora me respondió: ‘¿Su esposo le está causando daño a alguien?’ Y yo le dije: ‘No, señora, no. Es una muy buena persona. Nunca dañó a nadie. ¿Podría, por favor, enviar a alguien, o lo que sea?’ Y ella dijo que sí”.

La policía de New Rochelle llegó al lugar, según describió Elsa “vestidos para ir a la guerra”: “Tenían escudos, tenían armas, y parecía que estaban yendo a la guerra. Yo les dije ‘¿Puedo entrar a mi casa? ¿Puedo hablar con él? Y me dijeron: ‘No. Nadie puede hablar’”.

La policía entró al apartamento por la fuerza y mató a su esposo a tiros.

Tanto el Departamento de Policía de Nueva York, en el caso de Bah, como la policía de New Rochelle, en el caso de Cruz, afirman que la persona en dificultades amenazó a los oficiales con un cuchillo. Otro abogado de Bah y de Cruz, Mayo Bartlett, afirmó: “Lo que llama la atención de este tipo de casos es el hecho de que no se llama a la policía para que responda a un delito. No hay apuro. No hay necesidad de actuar de inmediato”.

Aquí es donde entra en escena el “Modelo de Memphis”. El Mayor Sam Cochran es un oficial retirado de la policía de Memphis, Tennessee. En 1987, la policía respondió al llamado de un hombre que se estaba infligiendo daño a sí mismo y amenazando a otros con un cuchillo. La policía mató al individuo. Las protestas de la comunidad impulsaron al alcalde a reclamar una solución urgente. Se creó el Equipo de Intervención en Casos de Crisis (CIT, por sus siglas en inglés). Sam Cochran me explicó qué son los CIT: “CIT es un equipo de intervención en casos de crisis. No se trata de un programa de las fuerzas de seguridad, sino que es un programa comunitario que tiene tres partes: las fuerzas de la ley, los servicios médicos de salud mental y los equipos de defensa”. Ante un llamado de este tipo, el CIT envía a un oficial capacitado o a un profesional de la salud mental al lugar para calmar la situación. Desde su creación en Memphis, este modelo de intervención ha sido adoptado en más de 2.500 comunidades en 40 estados de Estados Unidos, y también a nivel internacional.

Las familias Cruz y Bah entablaron demandas para exigir a los Departamentos de Policía de New Rochelle y de Nueva York que adopten la política de respuesta de los CIT. Como explicó el abogado Randolph McLaughlin: “La policía sostiene exactamente lo mismo en el caso de Bah y en el de Cruz: ‘Nos enfrentó con un cuchillo y lo matamos’. Entonces, surgen varias preguntas: ¿Cuál era el plan? ¿Tenían un plan cuando tiraron la puerta abajo? ¿Por qué tiraron la puerta abajo? ¿Por qué no calmaron los ánimos? ¿Por qué empeoraron la situación? De hecho, los policías que actuaron en todos estos casos no fueron entrenados para intervenir en situaciones de crisis. Fueron entrenados para usar la fuerza, una fuerza mortal. Y si esa es la única arma que un policía tiene a su disposición, la utilizará”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2013 Amy Goodman

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