Por Víctor
Hugo Alvarez
Las
elecciones presidenciales 2013 están marcadas por un signo aparentemente
contradictorio, pero que en el
imaginario popular tiene un gran sentido.
Por un lado la gente recela de la transparencia de los resultados, pero
por el otro manifiesta que acudirán con entusiasmo a votar.
Las
expectativas señalan que esa actitud repercutirá directamente contra el abstencionismo que ha ido creciendo
desde 1984 hasta alcanzar en el 2009,
niveles mayores del cincuenta por ciento de los electores inscritos en
el padrón electoral.
Este signo
tiene sus causales, pues la credibilidad en el Tribunal Supremo Electoral, TSE,
y en los partidos tradicionales es muy
pálida o casi invisible. Los traspiés dados por la institución rectora del
proceso electoral en Honduras en elecciones recientes minaron la credibilidad
no sólo en ese organismo sino en la democracia misma.
La falta demostrada
de autonomía de los magistrados más un apego a las directrices de los políticos
tradicionales y del gobierno de turno,
son factores incisivos para cuartear la credibilidad en el TSE. Es más
la misma integración de los magistrados al máximo organismo electoral no sólo
da una señal de exclusión, sino de sectarismo.
Aún con
esos factores en contra, la ciudadanía no ha escondido su entusiasmo en
participar en los comicios, signo claro
de que el pueblo no sólo desea afirmar el sistema democrático, sino un cambio de los actores en el escenario
político.
Otro de los
aspectos que debe quedar claramente establecido, es que no soplo el TSE es el
responsable de las garantías del proceso. Esta labor recae casi con exclusividad en los partidos
políticos contendientes.
Son ellos
los primeros garantes de la transparencia de las votaciones y que se mantenga
la cordura durante el ejercicio del
sufragio y el posterior conteo de los votos. Esa garantía ineludible causa escozor en los partidos tradiciones,
primero por no estar acostumbrados a
contienda limpias pues ninguno de los dos
gigantes del partidarismo
hondureños están exento de actos bochornos en el reciente pasado y, segundo,
porque tampoco están acostumbrados a las contienda amplias como la actual donde participan nueve
partidos, un hecho sui géneris que marca un hito en las historia política de
Honduras.
La
dirigencia de los partidos en contienda es la llamada a dar las garantías
durante las elecciones y a instruir a sus seguidores a respetar los resultados
del proceso, deben considerar que siempre hay sectores que por diversas razones
provocan o incitan problemas.
De la
madurez de ellos y por qué no de su humildad, dependerá el comportamiento de
los militantes. La soberbia de considerase ganadores antes de conocerse los
resultados debe dar paso a la reflexión y a la espera, pues cualquier mala interpretación
puede caldear los ánimos de por sí muy inquietos y Honduras puede entrar en una
convulsión por nadie deseada.
El
entusiasmo del pueblo debe ser el ejemplo que cale en los dirigentes, pues la
ciudadanía va a las urnas, independientemente que la campaña, salvo ciertos
aspectos, fue carente de propuestas concretas para resolver los problemas del
país.
La garantía
del proceso y la certificación del mismo no debe descansar en la labor de los
observadores internacionales y nacionales. Recae directamente sobre los
partidos y el Tribunal.
Esos vicios
que han causado la incredulidad en la institucionalidad democrática han
provocado que hoy los ojos del mundo a través de los observadores estén puestos
en este momento sobre las elecciones presidenciales en Honduras.
Mayor razón
para que las viejas prácticas queden definitivamente en el pasado y se cumpla
el anhelo popular de un cambio en el escenario político que traiga consigo un
mejor bienestar para la población.
Es el
momento, no hay que desperdiciarlo y el pueblo hondureño ha entendido que esta
coyuntura es favorable, y que el reto
para fortalecer una democracia real y
participativa debe asumirse con valentía y decisión, por ello nadie desea
quedarse sin votar, pues así habrá derecho de reclamar las promesas incumplidas
y las malas prácticas en los procesos electorales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario