lunes, 25 de noviembre de 2013

Entusiasmo ciudadano

Por Víctor Hugo Alvarez

Las elecciones presidenciales 2013 están marcadas por un signo aparentemente contradictorio, pero que en  el imaginario popular tiene un gran sentido.  Por un lado la gente recela de la transparencia de los resultados, pero por el otro manifiesta que acudirán con entusiasmo a votar.

Las expectativas señalan que esa actitud repercutirá directamente  contra el abstencionismo que ha ido creciendo desde 1984 hasta alcanzar en el 2009,  niveles mayores del cincuenta por ciento de los electores inscritos en el padrón electoral.


Este signo tiene sus causales, pues la credibilidad en el Tribunal Supremo Electoral, TSE,  y en los partidos tradicionales es muy pálida o casi invisible. Los traspiés dados por la institución rectora del proceso electoral en Honduras en elecciones recientes minaron la credibilidad no sólo en ese organismo sino en la democracia misma.

La falta demostrada de autonomía de los magistrados  más un  apego a las directrices de los políticos tradicionales y del gobierno de turno,  son factores incisivos para cuartear la credibilidad en el TSE. Es más la misma integración de los magistrados al máximo organismo electoral no sólo da una señal de exclusión, sino de sectarismo.
Aún con esos factores en contra, la ciudadanía no ha escondido su entusiasmo en participar en los comicios,  signo claro de que el pueblo no sólo desea afirmar el sistema democrático, sino  un cambio de los actores en el escenario político.

Otro de los aspectos que debe quedar claramente establecido, es que no soplo el TSE es el responsable de las garantías del proceso. Esta labor  recae casi con exclusividad en los partidos políticos contendientes.
Son ellos los primeros garantes de la transparencia de las votaciones y que se mantenga la cordura durante el  ejercicio del sufragio y el posterior conteo de los votos. Esa garantía ineludible  causa escozor en los partidos tradiciones, primero por  no estar acostumbrados a contienda limpias pues ninguno de los dos  gigantes del  partidarismo hondureños están exento de actos bochornos en el reciente pasado y, segundo, porque tampoco están acostumbrados a las contienda  amplias como la actual donde participan nueve partidos, un hecho sui géneris que marca un hito en las historia política de Honduras.

La dirigencia de los partidos en contienda es la llamada a dar las garantías durante las elecciones y a instruir a sus seguidores a respetar los resultados del proceso, deben considerar que siempre hay sectores que por diversas razones provocan o incitan problemas.

De la madurez de ellos y por qué no de su humildad, dependerá el comportamiento de los militantes. La soberbia de considerase ganadores antes de conocerse los resultados debe dar paso a la reflexión y a la espera, pues cualquier mala interpretación puede caldear los ánimos de por sí muy inquietos y Honduras puede entrar en una convulsión por nadie deseada.

El entusiasmo del pueblo debe ser el ejemplo que cale en los dirigentes, pues la ciudadanía va a las urnas, independientemente que la campaña, salvo ciertos aspectos, fue carente de propuestas concretas para resolver los problemas del país.

La garantía del proceso y la certificación del mismo no debe descansar en la labor de los observadores internacionales y nacionales. Recae directamente sobre los partidos y el Tribunal.

Esos vicios que han causado la incredulidad en la institucionalidad democrática han provocado que hoy los ojos del mundo a través de los observadores estén puestos en este momento sobre las elecciones presidenciales en Honduras.

Mayor razón para que las viejas prácticas queden definitivamente en el pasado y se cumpla el anhelo popular de un cambio en el escenario político que traiga consigo un mejor bienestar para la población.

Es el momento, no hay que desperdiciarlo y el pueblo hondureño ha entendido que esta coyuntura es favorable,  y que el reto para fortalecer  una democracia real y participativa debe asumirse con valentía y decisión, por ello nadie desea quedarse sin votar, pues así habrá derecho de reclamar las promesas incumplidas y las malas prácticas en los procesos electorales.

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