Amy Goodman y Denis Moynihan
“Jamás se ha logrado la paz mediante el uso de la violencia. La
guerra engendra guerra, la violencia engendra más violencia”, esas
fueron las palabras del Papa Francisco al dirigirse a la multitud de
fieles el domingo pasado en la Plaza San Pedro en el Vaticano. Se
refería a la crisis en Siria, justo en un momento en que el Presidente
Barack Obama está intensificando su plan de realizar un ataque militar
en ese país. El Papa continuó: “Exhorto a la comunidad internacional a
que se esfuerce por promover propuestas claras de paz en ese país de
inmediato. Una paz que se base en el diálogo y la negociación, por el
bien de todo el pueblo sirio”.
La distancia entre la Plaza San Pedro y San Petersburgo, en Rusia, es
similar al abismo que existe entre las esperanzas del Papa y los planes
del Presidente Obama. Durante su visita a San Petersburgo para asistir a
la cumbre del G20, Obama se dedicó a hacer lobby con los principales
líderes mundiales para que apoyen el ataque militar contra Siria, y
evitar así que Estados Unidos actúe solo. Fue una oportunidad
desperdiciada de intentar una solución diplomática durante la cumbre
realizada justamente en Rusia, el principal patrocinador del régimen
sirio.
Las posibilidades de una solución diplomática se vieron comprometidas
desde el inicio, cuando Obama canceló una reunión bilateral planificada
con el Presidente ruso, Vladimir Putin, que debería haber ocurrido
inmediatamente después del G20. Obama estaba enfurecido por la decisión
de Rusia de otorgar asilo temporal al informante de la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en
inglés) Edward Snowden. La cumbre del G20 fue la primera reunión
importante de líderes mundiales que tuvo lugar después de las
revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje masivo de Estados
Unidos. Muchos miembros del G20 han sido objeto de espionaje de los
muchos programas de la NSA.
Tras la decisión del Parlamento británico de no apoyar un ataque
militar (se trata de la primera vez que la Cámara de los Comunes vota en
contra de una solicitud del Primer Ministro de autorizar un ataque
militar en más de 150 años), Obama quedará solo en su intento. Es más,
los cinco países miembros de una de las principales coaliciones
mundiales, el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), se oponen al ataque.
A nivel nacional, el Presidente Obama sorprendió a muchos al afirmar
que intentaría lograr la aprobación del Congreso para lanzar un ataque
contra Siria, aunque dijo que esa decisión no sería vinculante. La
persona que encabeza la iniciativa es el Secretario de Estado, John
Kerry. Ante los comités de relaciones exteriores del Senado y de la
Cámara de Representantes, Kerry defendió la autorización de una acción
militar “limitada”. Una preocupación legítima que expresaron los
miembros del Congreso de ambos partidos es la posibilidad de que
soldados estadounidenses sean enviados a luchar en la guerra civil
siria.
Sin embargo, Kerry desestimó sus propias afirmaciones de que Estados
Unidos no enviaría “soldados al lugar” cuando reflexionó: “En caso de
que sobreviniera el caos en Siria, por ejemplo, o si existiera la
amenaza de que armas químicas cayeran en manos de Al-Nusra o algún otro
grupo, y si fuera claramente en el interés superior de nuestros aliados y
de todos nosotros (los británicos, los franceses y otros) evitar que
esas armas de destrucción masiva caigan en manos de los peores
elementos, no quiero descartar la opción, que podría estar o no
disponible al Presidente de Estados Unidos, para proteger la seguridad
de nuestro país”.
¿Qué podría suceder si se lanza un ataque “limitado”? Este verano en
Aspen, Colorado, David Shedd, subdirector de la Agencia de Inteligencia
de Defensa (la CIA del Pentágono), realizó una
aparición pública inusual. Shedd advirtió: “…mientras que el despertar
árabe y la Primavera árabe fuera de Siria fueron fundamentalmente
implosivos, el conflicto en Siria es explosivo. Creo que actualmente
existen todos los elementos para que se produzca una guerra decisiva
entre suníes y chiíes. Creo que aún no nos hemos enfrentado a las
dificultades relacionadas con la violencia extrema. Me preocupa mucho
Jordania, me preocupa mucho Irak, me preocupa qué sucederá allí como
resultado del conflicto en Siria. Y cuando miro a estos países, pienso
que si Bashar al-Assad ganara, sería un líder aún más despiadado, que
viviría con el legado de decenas de miles de civiles muertos bajo su
régimen. Si pierde y, supongamos, se retira a un enclave dentro de
Siria, creo que habrá una guerra civil que durará años. Y me preocuparía
aún más que el Líbano fuera el siguiente en caer”.
En la actualidad hay dos millones de refugiados sirios que viven
fuera de las fronteras de su país, en Turquía, Irak, Jordania y Líbano,
lo que impone una fuerte presión a esos países. Más de cuatro millones
de sirios son desplazados internos. Muchos más están huyendo de Siria
ante el posible ataque estadounidense. Después de haber recorrido los
hacinados campamentos de refugiados esta semana, Raymond Offenheirse,
presidente de Oxfam Estados Unidos, dijo en el programa de noticias de
DemocracyNow! que se opone a un ataque de Estados Unidos: “Nos preocupa
que un ataque militar…probablemente tenga el potencial de ampliar el
conflicto, de convertirlo en un conflicto regional más amplio y provocar
más muertes de civiles. Esto socavaría la confianza necesaria para
lograr un diálogo político y prolongaría el conflicto en forma
innecesaria”.
¿Por qué Estados Unidos correría el riesgo de matar a civiles sirios
inocentes para castigar al régimen sirio por haber matado civiles
sirios?
¿Qué pasaría si la posibilidad de un ataque militar no estuviera
sobre la mesa? Obama podría haber aprovechado su viaje a Rusia para
hacer lobby con los líderes del G20 para presionar a Putin para que
utilice su influencia para convencer a Siria de sentarse a negociar.
Irán, otro aliado de Siria, que no es miembro del G20, tiene un nuevo
presidente, Hassan Rouhani. Hay salidas posibles. Todas las partes están
de acuerdo en que, en definitiva, la solución a la crisis en Siria es
política, no militar. Entonces, ¿qué están esperando?
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
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