Amy Goodman y Denis Moynihan
Bienvenidos al renacimiento nuclear.
Entergy Corp., una de las mayores empresas productoras de energía
nuclear en Estados Unidos, emitió un comunicado de prensa sorpresivo el
martes, en el que afirma que planea “cerrar y desmantelar su planta
nuclear Vermont Yankee en Vernon, Vermont. Se prevé que la planta dejará
de generar energía después de su ciclo actual de combustible y se
proceda a su cierre seguro a fines de 2014”. Si bien el comunicado de
prensa proviene de la empresa, esta decisión de cerrar la planta es el
resultado de años de protestas populares y de acción a nivel del
Parlamento del estado. Mientras los activistas estadounidenses celebran
esta gran derrota de la energía nuclear, en Japón, funcionarios
oficiales reconocieron que las fugas radiactivas provocadas por la
catástrofe nuclear en la planta de Fukushima Daiichi son peores de lo
que habían admitido.
El consultor y especialista en energía nuclear Arnie Gunderson
comentó acerca del anuncio de Entergy sobre el cierre previsto de la
planta de Vermont: “Llevó tres años, pero la presión ciudadana
finalmente logró que el Senado estatal tomara esa postura”. Gunderson ha
coordinado proyectos en 70 plantas nucleares de todo el país y ahora se
dedica a brindar un testimonio independiente sobre la energía nuclear y
la radiación. Gunderson explicó cómo fue que el estado de Vermont, por
primera vez en la historia del país, prohibió que la planta funcionara
más allá de su plazo permitido de 40 años. Entergy había solicitado una
prórroga de 20 años. “La Legislatura, en una decisión de 26 votos a
favor y 4 en contra, sostuvo: ‘No. No vamos a otorgarles una prórroga.
Se terminó. Un trato es un trato. El trato fue de 40 años’. Entonces,
Entergy acudió primero al tribunal federal en Vermont y ganó, y luego la
instancia fue recurrida ante un tribunal de apelaciones de la ciudad de
Nueva York, donde la empresa volvió a ganar con el argumento de que los
estados no tienen autoridad para regular asuntos de seguridad”. A pesar
de haber ganado a nivel judicial, Entergy cedió ante la presión
pública.
En 2011, el Gobernador de Vermont, Peter Shumlin, que dijo que
Entergy era una “empresa en la que no podemos confiar”, afirmó en
Democracy Now!: “Somos el único estado del país que ha tomado el poder
en sus propias manos y ha dicho que sin el voto afirmativo de la
legislatura estatal, la Junta de Servicios Públicos no puede emitir un
certificado de interés público para que una planta nuclear permanezca en
actividad en forma legal durante otros veinte años. El Senado se ha
pronunciado. Ha dicho que no, que administrar una planta nuclear vieja,
que tiene fugas, no es en favor del interés superior de Vermont. Y
esperamos que se respete nuestra decisión”.
La industria de la energía nuclear se encuentra en una encrucijada.
El tan elogiado renacimiento nuclear está colapsando, especialmente tras
el desastre de Fukushima, y exacerbado por la crisis financiera
mundial. En un reciente artículo titulado “Renaissance in Reverse”
(Renacimiento a la inversa, en español), Mark Cooper, investigador
especializado en economía de la Facultad de Derecho de Vermont escribió:
“El problema de los viejos reactores nucleares se ha agudizado”. Los
costos de hacer funcionar y de reparar estas plantas han hecho que los
operadores cierren cinco de los 104 reactores de generación de energía
nuclear aún en funcionamiento en Estados Unidos tan solo este año, por
lo que quedan 99 en actividad. Cooper identificó otros 30 reactores que
considera que cerrarán, debido a que “la economía de los viejos
reactores es muy riesgosa”.
Las graves consecuencias del accidente de la planta nuclear Fukushima
Daiichi se agudizan día a día, mientras esta semana, la Agencia
Reguladora de Energía Nuclear de Japón aumentó su evaluación de la
situación a nivel 3, o grave, en la Escala Internacional de Eventos
nucleares y Radiológicos. El accidente original ocurrido en marzo de
2011 fue calificado de nivel siete en dicha escala, el nivel de amenaza
más alto y más grave. Las barras de combustible nuclear de la planta
necesitan ser enfriadas constantemente con agua. El agua utilizada en el
enfriamiento es extremadamente radiactiva. La empresa Tokyo Electric
Power Co., TEPCO, que administraba la central
de Fukushima y que ha sido responsable de la limpieza del desastre, ha
almacenado el agua radiactiva en tanques de agua construidos a las
apuradas, que han comenzado tener filtraciones.
“Las investigaciones en la zona determinaron que la radiación
proveniente del lugar era cinco veces mayor en una hora que lo que una
persona normal podría soportar en un año", afirmó Gunderson. "El agua
radiactiva se está filtrando de la planta a la misma velocidad que
ingresa en los tanques. Cada día se ingresan entre 400 y 1.000 toneladas
de agua de las montañas de los alrededores de Fukushima al sótano de la
planta. El sótano es extremadamente radiactivo debido a que la
contención ha fallado y el material radiactivo se está filtrando desde
el centro de la planta hacia otros edificios. Esto la pone en contacto
con el agua limpia subterránea y la hace extremadamente radiactiva. …Y
la situación es cada vez peor”.
El desastre de Fukushima ha sido comparado con la catástrofe de
Chernobyl, donde una planta nuclear explotó en 1986 e hizo que la región
de los alrededores se volviera inhabitable. La radiación que se filtra
de la planta de Fukushima está creando una creciente ola radiactiva en
el Océano Pacífico.
Fukushima nos muestra los costos intolerables de la energía nuclear.
Los ciudadanos de Vermont nos han mostrado los beneficios de decir "NO".
© 2013 Amy Goodman
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